Poco ruido y muchas nueces.



Este fin de semana ha sido original, a la par que...cuál sería la palabra?...inspirador.

El viernes Silvia, mi compañera de trabajo eslovaca con la que hice muy buenas migas desde el primer día, me invitó a su casa en "la campaña". Vive en un pueblecito de cuatro coma dos habitantes de cuyo nombre no puedo acordarme, dentro de una casita de chocolate que digo yo, con chimenea, con dos pisos , toda de madera y baldosa en el interior, y en la que hay que descalzarse para entrar. La casa está en un terreno con jardín delante y detrás, donde tienen un perro, dos gallinas y dos burros...como en la granja de Playmóbil; pues no me reí yo el día que me dijo que había tenido que madrugar más de la cuenta para ponerle unas gotas a uno de los burros porque tenía conjuntivitis...y la ternura que me entró en el cuerpo cuando los conocí.
Silvia vive con su marido Sébastien y sus dos niños, Charlie de tres años y Gabriel, que debe de tener un añito. El viernes también estaba con ellos una amiga de Sébastien, Constance, que es una enamorada de España y ha vivido en Santiago, Madrid y Barcelona.
En casa de Silvia se respira un algo que me ha dejado atrapada: no sé si será por la calma del campo, o por vivir con dos burros como animales de compañía, o por comer huevos recién puestos todos los días, pero la noche y el día que pasé allí me parecieron mágicos. Desde luego, son una familia que ha conseguido salir de los clichés del mundo actual, de las normas impuestas, y crear un ambiente saludable a todos los niveles, no sé, como de armonía.
Además, comer alimentos "campestres" me ha hecho darme cuenta de lo mal que nos alimentamos en las ciudades, y lo bien que pueden saber las patatas de verdad, los tomates de verdad, y en fin, cualquier alimento que venga directamente de una cooperativa o del huerto del vecino.
Esa noche dormí como hacía años, porque en ése ático, sin un ruido, y sin una luz, era posible el descanso a una profundidad que no recordaba.
Y el sábado por la tarde, jejeje, COGIMOS NUECES! Me recordó a los tiempos en los que iba a recoger la oliva o la almendra con mis abuelos y mis tíos, pero sin darme una paliza de horas, o sea, mucho más práctico. Impresionante, yo, una tía que vive obsesionada con "pisar asfalto"...cogiendo nueces caídas del árbol mientras Charlie se agachaba y decía asombrado "papá mira! aquí hay un montón!".
Hacia las siete de la tarde, cuando estaba a punto de irme, vino la suegra de Silvia con un montón de verduras y ya os podéis imaginar, yo acabé con una bolsa llena hasta arriba de espinacas, tomates, manzanas, remolachas y.....nueces. Son las nueces más ricas que he probado, y no es por la calidad, sino por el romántico sentimiento de pensar que las cogí yo misma, en compañía de unas personas fantásticas.

El sábado llegué a casa y hablé con Clément que me invitó a cenar en casa de sus padres con un montón de amigos suyos. Entre ellos conocí a Pedro, un chileno que está de visita y que me contó las mil y una delicias de Valparaíso. Un tipo interesante este Pedro, me gustó mucho hablar con él. Está claro que chile debe tener algo, porque todo el mundo que va, o se queda, o ya no vuelve a ser el mismo. Como yo, después de recoger nueces caídas de un árbol en plena campaña francesa ;p

PD: por cierto, este viernes salí en la revista del Ayuntamiento de Amiens por casualidad, pero bien enfocada...soy como la San Miguel...donde va triunfa XD
Os dejo el enlace a la foto, fue el sábado pasado, en la noche en blanco. A lo lejos, también se ve una cabeza más alta que las demás...y ése es Clément. jajaja.
Primer pdf. pág 12
http://www.amiens.fr/actus/publications.asp?id=61

Clima "trop picard"


Bueno, cómo deciros esto...creo que la foto y el título son bastante explícitos...

Imaginaos una ciudad en la que miras por la ventana y todo está nublado y piensas "vaya un frío del carajo tiene que estar haciendo fuera, que me voy a chupar los dedos..." Así que te pones varias capas de ropa, un jersey, una chaqueta, el gorro, la bufanda...y cuando sales descubres...que no te equivocabas. Sólo se te ha olvidado un "pequeño" detalle: el paraguas, porque a mitad de camino hacia el trabajo se te pone a llover. Pero piensas "no importa, si los picardos lo consiguen, yo también". Y llegas al trabajo pensando en la sensación tan graciosa que tenías en la calle, cuando sacabas la mano del bolsillo y tenías una curiosa sensación de congelación, pero sólo en la mano. Entras en el despacho y te empiezas a quitar ropa, porque has subido tres pisos corriendo (llegabas tarde) y estás sudando. Pero a los 10 minutos te vuelves a poner la misma ropa porque aún no han encendido la calefacción y te hielas. Después sales a comer, y te pones otra vez chaqueta, bufanda, en fin...y te enteras que esa misma mañana hacía 1 GRADO y por eso se te congelaba la mano (curiosidades de la naturaleza). Vuelves a entrar después de comer y misma operación. Pero a la que sales para irte a casa ya no hace tanto frío...y te quitas la chaqueta. Aunque al ratito empieza a hacer viento, y con cada ráfaga piensas "caguenlamarequeva!" y te pones la chaqueta y te la quitas unas tres veces antes de llegar a la residencia, donde nada más entrar, casi te caes de culo por la masa de calor que casi puedes ver embistiendo contra ti. Y no os quiero decir en la habitación, donde la calefacción están tan alta (yo tengo la mitad de los calefactores apagados) que parece esto el trópico. Así que te vistes de verano; eso o abres la ventana y te quedas con la ropa de invierno, depende del modelito que te apetezca más.
Pues todo eso y mucho más es posible en la Picardie.
Me temo que esto no es más que el principio, porque aún no ha empezado a hacer viento de verdad...ni a llover. No os he contado la teoría de Clément, que dice que "si los niños nacen con un pan debajo del brazo, los picardos nacen con un paraguas". Esto lo dice por lo de la lluvia, que parece que aquí es como el pan nuestro de cada día en invierno, PERO ES QUE YO NO HE VISTO QUE ABRAN LOS PARAGUAS! Mi teoría es otra: las personas se mojan, los picardos son impermeables.
En fin, que si venís por aquí en otoño, acordaos de traer ropa de abrigo,chaqueta, guantes, y tal, pero no os olvideis ni el paraguas ni el bañador. Por si acaso.

Ave fénix


Ayer por la mañana me levanté en un estado como de ensoñación, y no era por el madrugón, sino que me sentía como...si fuera a cambiar algo. Y así fue.

Todo empezó un día que canté con los All of Swing en el Retrovisor, cuando conocí a un tipo bastante curioso que decía ser músico profesional; estuvimos hablando un rato y a mí me pareció una persona bastante rara, (porque entre otras cosas, me preguntó mi signo del zodiaco, y yo no sabía si reirle la gracia o salir corriendo), pero pese a todo le di mi teléfono para que me tuviera informada si había algún acontecimiento musical amienense que mereciera la pena.
Y ayer me llamó para invitarme a una jam session. Así que nos tomamos un café por la tarde y estuvimos hablando un rato (entre otras cosas de mi carta astral, jajaja) y reconozco que me cayó bastante bien: me parece una persona algo excéntrica, pero buen tío, curioso de conocer, desde luego. Resulta que el tipete es el director de una escuela de música de jazz que hay en Amiens y que ha formado a varios de los componentes de los All of Swing (sí, amigos, sí, en Amiens no se puede ser mala porque te pillan siempre).
Total, que por la noche me acerqué a la jam y me encontré con un grupo de bajo, guitarra, congas y voz, (con una cantante fantástica por cierto) que hacían versiones de jazz, bossa, soul, latin jazz, en fin...que yo estaba encantada de la vida. La cantante me propuso un Guantanamera a dúo y al final acabé cantando 4 o 5 temas más...me lo pasé pirata. Cuando miré el reloj eran las 2.15 de la mañana y salí casi disparada de allí (previa entrega de mi carta astral, obsequio de mi nuevo amigo el místico, y renovación de mis chacras y chis gracias a una inspiradora velada).
De camino a casa, miraba las calles de la ciudad y todo era distinto: el olor a lluvia era agradable, la temperatura...ni frío ni calor ( cero grados ) y yo con Indonchine a toda castaña mirando a la luna, que parecía brillar más de lo normal. Me di cuenta de que, por unas horas no me había acordado de esa sensación que me invadía últimamente, ese sentimiento pegajoso de melancolía, o de apatía, más bien. Como si de repente hubiera descubierto que hay vida después del ISAM (que es, en origen, mi "fantástico" lugar de trabajo).
Esta mañana me he levantado hecha un trapo, pero de buen humor. Y hacía no sé cuánto tiempo que no me sentía así. He despertado: NAI'S BACK!!!